IV. AÑOS DE BATALLA

Los tres firmantes platican de las batallas y los "juegos" en que actuaron. Se acuerdan con mucho detalle de los lugares, los jefes y los compañeros, y de los éxitos y fracasos.

Rosalind Rosoff: Don Agustín, ¿con quién anduvo?

Agustín Ortiz: Yo anduve abrigado de Maurilio Mejía. El era capitán. Pero de general anduve con el general Joaquín Palma. Yo milité de aquí para abajo, de Ixcamilpa para Guerrero, y por el Estado de Oaxaca. También no estuve quieto. Eramos una bola de lumbre, porque no podía uno estar. Estábamos una gavilla de gente, un rato allí, como para hacer un fuego... y vámonos por otro punto. Pero a la que pertenecíamos era de Mejía.

Francisco Mercado: Sí, a Joaquín Palma que pertenecía Maurilio Mejía, y todos andábamos juntos. En las expediciones nos juntábamos tanto Ortiz como Cristóbal Domínguez, todos con el mismo general.

RR: ¿Entonces usted anduvo con Zapata, o después con otro general, don Cristóbal?

Cristóbal Domínguez: Anduve con el general Mejía. Pues el general Zapata anduvo muy solo, porque solo con su estado mayor andaba. A nosotros nada más nos visitaba en los campamentos. Andaba en los campamentos siempre visitándonos.

Después vine a quedar bajo las órdenes de Timo Sánchez, el general Timo Sánchez. Tenía toda la gente de allí de Axochiapan. De ahí de Quebrantadero para acá, todo eso lo gobernaba. Estábamos debajo de las órdenes del general Timo Sánchez.

También estábamos a la disposición y órdenes del general Francisco Mendoza, porque Francisco Mendoza, adelante de Santa Cruz, de su tierra del general Sánchez, en San Miguel Axtlilco, ahí hizo su campamento.

Y siempre nosotros aquí estábamos y siempre a nosotros no nos movían porque éramos los que sosteníamos al enemigo aquí, porque en Atencingo estaba el conjunto del gobierno, que estaba viviendo.

RR: ¿El cuartel?

CD: Sí, ahí en Atencingo era la matriz. Y ahí de Atencingo salió el gobierno para el puente de fierro el Puente del Muerto. Salió para Axochiapan, venían fuerzas de por allá para el centro de Morelos, cuidaban el Puente del Muerto, pero Atencingo era el lugar de la recopilación de todos los gobiernos, y nosotros teníamos que cuidar ahí. Y a nosotros nos mandaban traer cuando se les ofrecía cualquier cosa, pero luego andamos otra vez a nuestro lugar. Y así que nosotros no podíamos dejar el puente. Siempre estábamos luchando con ellos. Y nos servía porque de ahí sacábamos las municiones para atacarlos. Cada cuatro u ocho días teníamos nuestros jaloncitos porque el gobierno subía y bajaba y venían otros a traer zacate, venían de Atencingo. Y ahí les formábamos corralitos y ¡zas! Aunque sea unas cuatro o cinco armas o parquecito, pues no les hacíamos y no carecíamos.

Aquí el único que nos enseñó mucho, que fue muy valiente de veras, fue don Higinio Aguilar. Además, como fue volteado del gobierno, tenía pura gente civilizada.

Un día me pregunta este señor compañero de Villanueva: (2)

AO: Higinio Aguilar tenía mucha gente y tenía su artillería. Tenía hasta las mujeres que decíamos las huacas. Ibamos a pasar cerca de Atencingo cuando le dan parte al general Higinio Aguilar que ya había pasado Agustín Quiroz. Era carrancista, que pasó para Chiautla.

"Regresamos -dice el general Higinio Aguilar-. Vamos a ver a Agustín Quiroz. Vamos a pasar entre medio de Ahuehuetzingo y Atencingo." Pero no podíamos pasar, nos atacaron. Como allí estaba el destacamento en la hacienda, y la familia estaba, tenía su destacamento. Queríamos pasar y no nos dejaron. El general Aguilar dice: "No les tiren, no les tiren. Hemos de pasar pero no les tiren." Pero la gente: "No, general, si no les tiramos se nos vienen. No, general, empezamos a tirarles y darles juego."

Durante el tiroteo, las señoras que les decíamos las huacas, se metieron a Atencingo donde estaban trabajando los gañanes con las yuntas. Fueron a sacar las yuntas uncidas las señoras y las mataron para comer.

CD: También tuvieron valor. Pero eso digo, en cada vez que movimiento o combate tuviera aquel Aguilar no era en vano. Porque tenía unas disposición es muy buenas, muy buenas. Tenía gente. Conocían milicia, disciplina y todo eso. Estaban muy bien civilizados.

FM: Estaba más organizado, por eso se veía que peleaba más. La organización. Y aquí, los otros peleaban los que querían. Los que no, pues...

CD: Los que tenían buena voluntad, se metían al fuego.

AO: Había gente en los pueblitos que se daban de revolucionarios, todos encarabinados, fachosos, allí andan. A la hora de la reunión para ir a un combate, nada. A la hora de la salida, pues no están. A donde está el combate, no aparecían. Y usted regresa, y allí andan ya. Les nombramos revolucionarios nixtamaleros porque no entraban al combate.

RR: ¿Usted estuvo en muchas batallas, verdad?

CD: Sí, cómo no. Estos son unos, y otros cuando fuimos a Atlixco. ¿Eran tres o cuatro veces, verdad?

AO: Cuando fue la última tomada hicimos dos acometidas. El primero fue un día viernes, para amanecer sábado. Queríamos entrar a Atlixco, pero nos falló. Llegamos ya tarde y no nos dejaron entrar. Nos fuimos al volcán, al Popocatépetl, y hubo una contraorden que no se retirara ninguno, que teníamos que lograr a Atlixco porque de allá para acá venía otro general. Toda la noche era de andar para irse reuniendo, reuniendo.

Entramos el sábado, sería como a las doce de la noche. A mí me tocó el general Palma. Nos llevaba una fila que llegaba hasta quién sabe dónde. Tenía mucha gente. Y él iba por adelante. Iba desflorando el campo. Nos dejaba aquí y se iba él. A una hora o hora y media se venía, y decía: "Ahora avancen, no me fuma ningún tal por cual; el que quiera fumar, adentro de un sarape." Y se iba de nuevo a desflorar el campo. Y de nuevo venía y: "¡Avancen!" A las cuatro veces, ya no pudimos. Todavía no iba lejos cuando se rompe el fuego por lado de la fábrica de Metepec. Se desata una gritería y un alboroto, y: "¡Adentro y avancen!" y "¡Adentro y avancen!"

CD: ¡Estas batallas estuvieron fuertes!

AO: ¡Híjole! Me tocó por el lado de la vía. Que llega el general Maurilio Mejía. Dice: "Tírenle a la vía, que no nos vaya a ganar el tren militar. Tírenle a la vía. Le dijimos: "General, ya no tenemos parque." "Pónganse fuertes, no dilata el que trae el parque." No dilató. Llegó una mula cargada de parque. "¡Y ahora tírenle a la vía, muchachos!" "¡Adentro! ¡Viva México! ¡Viva la Virgen, y adentro! ¡No se amontonen!"

¡Cuánto muerto! ¡Cuando llegamos a la plaza de armas hubo muertos así, hasta los andaban pisando los caballos! En el zócalo estaban tirados abajo de las hojas de los lirios, muertos. Muchos. Logramos entrar en Atlixco como a las tres de la mañana.

La gente quería saquear y dijeron los generales que no había orden para saquear, hasta que no llegara la orden del general Zapata, entonces se podía decir hay orden de saquear. Pues, vámonos a San Martín Tochimilco, andamos comiendo limas porque no había ni qué comer.

RR: ¿Y no saquearon?

CD: No saquearon.

AO: Pues ahí estuvimos hasta el día martes El día martes llegó la orden, ahora sí. A saquear.

RR: ¿Y qué cosas sacaron de allí?

AO: Pues, de las tiendas, cosas de las tiendas. Saqueado, ya fuimos para la orilla. Allí dijo Maurilio Mejía que todos los capitanes, coroneles, generales, que hayan saqueado alguna cosa de valor nombraran uno o dos arrieros, que se llevaran el cargamento para Chiautla de Tapia.

RR: ¿Ustedes poco se metieron a Morelos?

CD: Sí, poco.

AO: Sólo cuando había algún combate.

CD: Cuando nos llamaban. A veces se empezaban los combates, dos, tres días, y allí íbamos nosotros, hacíamos el acompañamiento.

FM: Fuimos de Joaquín Palma y de Maurilio Mejía. Al principio no anduvo Mejía. Yo anduve el año once y doce con Zapata, y no. Después se levantó, como era sobrino, le dio la chamba. Y después se la iba a quitar.

Me echaron vivas precisamente porque se juntaron todos los coroneles a discutir, porque llegó un oficio que toda la gente de Mejía se les pasara con Mendoza y todos los coroneles no quisieron, pues nos iba a ver con inexperiencia Mendoza por querer tener a su gente y nosotros agregados, no nos conocía en acciones. Estaban discutiendo, pero ni modo.

Ya que soy un poco loco y tonto, los sesos apelmazados, les digo: "Por qué están luchando, si el asunto está en nuestras manos." "Ya va a hablar El Loco" -decían varios coroneles. "No loco, pero van a ver cómo es la verdad." "¿Cuál es la verdad?" "Que nos vamos el lunes a Puebla, allí a la línea de fuego. Allí estamos un mes o dos y allá después que lleguen las partes al jefe al cuartel general, que estamos en la línea de fuego, y entonces va una comisión de los coroneles a pedirle que nos quedemos con Mejía." "Que viva El Loco", y salimos al otro día para Puebla y allá anduvimos.

Pues las partes llegaban al cuartel general que estábamos en la línea de fuego. Total, después fue Benito Flores, Antonio, mi hermano, y Luis Quiroz; estos tres fueron de la comisión a rogarle al jefe Zapata que nos quedáramos con Mejía. Aceptado. ¿Por qué? Porque ya había visto que no era cierto lo que le decían, porque le fueron a contar a Zapata que Mejía estaba en contacto con Ibarra, pero como no era cierto, le mostramos por qué fuimos a la línea de fuego, pues después encantado que andábamos con Mejía.

RR: ¿Cómo se podían mandar recados?

FM: Pues únicamente por conducto de personas o bien particulares de los pueblos que iban a avisarle a otro pueblo.

AO: Se comunicaba, por ejemplo un coronel o un general que manda una comunicación, pregunta adónde anda algún general o coronel, y llega la comunicación con el presidente municipal, o a un ranchito. Pues, que llega esta comunicación para general o coronel Fulano, y ya él sabe. Él sabe por dónde se encuentra.

CD: A los campamentos se dedicaban las comunicaciones.

AO: Los que tenían sus campamentos, a campamento.

RR: ¿Y no había mucha traición, o la gente era muy fiel y nunca decía a los federales donde estaban los zapatistas?

FM: No, nos cubrían.

CD: Nos cubrían mucho.

FM: Quién sabe por otros Estados, porque ya sabe usted que no todos los Estados fueron lo mismo. Estas zonas donde estuvieron, el Estado de Morelos y algo de Puebla, nunca nos acusaban, hasta nos ayudaban. Nos cubrían.

RR: ¿Ustedes no entraron con el general Zapata a México cuando entró con Pancho Villa?

FM: ¡Cómo no! Cuando entramos en el catorce, yo estuve en Xochimilco con el jefe. Fui a la invitación que hizo. Pues supimos que invitó el general Zapata a Villa y a Carranza a una conferencia, una vez que se triunfó con los federales. Entonces me habían puesto destacamento en Los Reyes. Pero iba yo a México y supe eso, que me voy a Xochimilco con él. Y al llegar allá no fue Carranza, sino fue Obregón, en lugar de Carranza.

Le dijo Villa al llegar: "Jefe, a sus órdenes. ¿Qué cosa quiere usted, jefe?" -le dijo Villa a Zapata. "Para mí no quiero nada. Unicamente quiero que se respete el Plan de Ayala" -dijo Emiliano Zapata. "Acepto, mi general" -dijo Villa.

Obregón ya no dijo nada. Dijo: "No, no puedo yo decir porque necesito decir a mi jefe. Lo que él dice. De aquí a quince días les resolvemos." "Está bien."

Ahí hubo una comidita y algo de cervezas, y que nos retiramos. A los diez días nos empiezan a atacar.

CD: ¡Eso fue la resolución!

FM: A los diez días ya nos estaban dando debajo de la lengua, eso fue el traidor Carranza. Pues también era rico y era gobernador de Porfirio Díaz. ¿Qué se esperaba de él? A los diez días ya nos estaban balaceando. Nos mataron como a dos mil hombres nomás al tiempo en que entraron a México, desde Miraflores a San Vicente a la Magdalena, a Los Reyes, todo eso nos arrollaron de matar harta gente. Nosotros desprevenidos y ellos con las columnas dobles y ametralladoras y cañones, mataron mucha gente.

RR: ¿Como era Villa?

FM: Pues, era un poco más respetuoso... no como el jefe, como yo trataba más con el jefe, le veía más bondadoso.

RR: Dicen que los villistas sí tenían mucho parque, muchas armas.

FM: Pues por allá por el Norte, antes cuando estaba a las órdenes de Carranza tenía todas las puertas abiertas para el parque y armas y dinero y hasta ropa; los uniformaba. Pero nosotros aquí qué cosa vamos a tener si aquí no teníamos ni agua.

Y ya nos dieron las armas. Nada más en el ataque a Chilpancingo, ¿cuántos murieron? Más que mil hombres del gobierno. Y también de nosotros murieron muchos. Estuvo muy sangriento eso, y más para el gobierno. Lo mismo el ataque de Cuernavaca, dilató sesenta y dos días el sitio.

Ya teníamos armas, ya teníamos parque. Ya era muy distinta la situación. Entonces nos mataron al más valiente, que se había descubierto. Anduvo con nosotros en el estado mayor, Ignacio Maya. Pero ya entonces era general, y muy valiente. Murió en el ataque de Cuernavaca. Rompieron el sitio y entonces se les pegó muy duro y allí murió.

RR: Había dos Mayas, ¿verdad?

Anita Aguilar: Hermanos, de Tlaltizapán.

RR: ¿Usted estaba en el sitio de Cuautla?

CD: Eso fue cuando perdió el Quinto de Oro.

FM: Estábamos dos, tres días en un lugar, y cambiaba la gente el general. Dos, tres días estaban en la línea de fuego, y otros descansaban, pero no se levantó el sitio. Hasta que rompieron el sitio el gobierno, no rumbo a México, sino rompieron para abajo. Y allá dieron vuelta para México.

CD: Nomás supimos por otros, por los mismos compañeros. Que cuando fue la guerra del Quinto de Oro en Cuautla no podían tomar una atarjea grande de agua que iba para la hacienda. Pasaba una atarjea de agua y allí se metía toda la gente del gobierno entre el agua, al estar atacando a los compañeros. Y entonces al ver que no podían los compañeros, consiguieron muchos botes de gasolina y empezaron a echarles allí de donde venía el agua, y le prendían la lumbre, ardiendo la gasolina sobre el agua.

RR: ¿Y entró hasta la ciudad?

CD: Sí, entonces desalojaron eso, como vieron la lumbre, ardiendo, todos brincaban, se iban, y entonces se desalojaron todos. Eso le tocó al general Zapata en la primera época de Madero. Eso nos lo platicaron. No lo vimos. Lo platicaron los compañeros.

AA: ¿Quiénes más eran de aquí de Chiautla y Huehuetlán, otros zapatistas?

FM: En Chiautla los jefes fueron Nicolás Ponce, Flaviano Tapia y Jesús Sánchez, y los Mercado. Fueron los cuatro jefes que hubo en Chiautla.

AO: ¿Y el otro, Francisco Vergara?

FM: Éste nomás estuvo de visita.

AO: Bueno, pero fue revolucionario, también es de Puebla.

FM: Fue revolucionario, pero no estuvo acá. Siempre anduvo por Tehuacán, y después por dondequiera anduvo como bola de lumbre.

AO: Yo le conocí en Chiautla donde estaba de destacamento.

FM: Unos días.

CD: Éste fue de los primeros. Cuando tomaron Chiautla por primera vez, él estaba de alcalde.

FM: No, fue lambiscón con el jefe político.

CD: Él entregó armamento y parque. Y lo queríamos hilar. A la entrega ésa, lo dispensaron siempre que diera zacate para los caballos.

FM: Esto fue cuando Madero y cuando murió Andónegui. Te doy razón de todas las cosas. Pero entonces no era nada. Después se fue para Tehuacán; por allá le dieron nombramiento de capitancito, y después bajó a Chiautla, y tuvo destacamento. Mató a un primo hermano. Él no fue, pero lo mandó. Es un loco. ¡Mandar matar a un primo hermano! Si nomás con un amigo yo voy y le hablo: "Mira hermano, no me comprometas." Una cosa de hombres, no una cosa de cobardía. Gente muy baja, aunque es mi primo hermano, pero no traga mi criterio.

AA: ¿De Huehuetlán quiénes más pelearon? ¿De aquí era Revocato Aguilar, verdad?

FM: Sí, también Revocato fue jefe de aquí de Huehuetlán. También Jesús Vergara y hubo otros; Joaquín Palma, Luis Quiroz, El Casquilote..., por dondequiera hubo revolucionarios.

CD: No hubo pueblo donde no hubiera revolucionarios. Cuando fue la revolución de Madero casi todos, hasta las mujeres, iban. Como no había visto lo que era revolución, lo que era guerra, lo que era eso, había hasta mujeres que ahí van. Los niños que eran chiquitos iban gritando por las calles: "¡Viva Madero, viva Madero!" Y se agarraban a pedradas. Era una cosa muy animada.

FM: Pues son cosas de la Revolución. Yo se lo tuve a mal a Madero, dejar a sus enemigos de armas, y a los suyos mandarlos a su casa... ¿No fue una cosa más desgraciada de Madero? Eso fue la causa de su muerte. ¡Que si se queda con los suyos no lo matan! Pero se quedó con los enemigos, con los de Porfirio Díaz.

Aunque éramos tontos para una disciplina, pero pudiéramos estudiar la disciplina. Y ya al año o a los dos años ya éramos oficiales. Pero no...

CD: Pero había contrato desde un principio...

FM: No. ¡Qué contrato, ni qué contrato! Que porque ellos estaban civilizados en las armas. ¿Y no podían los jefes ir al Colegio Militar? La torpeza. ¡Tú, Cristóbal, la torpeza! El primer punto principal: como sabes que Zapata lo que peleaba era las tierras y como Madero era millonario, naturalmente no le convenía porque iba a quedarse en la calle, y por esto le volteó la espalda a Zapata. Hay que ver las cosas como son. Oía yo que platicaba Montaño con Zapata, por eso les acabo de decir que fue la tontería más grande de Madero de quedarse con los enemigos. Y lo mataron como perro. ¡A un presidente! ¿Pero quién fue tonto si no él? ¡Quedarse con los enemigos y a los suyos mandarlos a sus casas!

RR: ¿Usted conoció a Amador Salazar?

FM: ¡Cómo no!

CD: ¡Cómo no! Él andaba con los de artillería.

FM: Cuando yo andaba, anduvo él en el estado mayor.

RR: ¿Cómo era él como militar?

FM: Como todos, pues, buena gente.

RR: Y el hermano del general Emiliano, Eufemio, ¿cómo era?

FM: Era al contrario del jefe. Ese sí era borracho y mal hombre.

CD: Era pesado.

FM: Ese sí era malo. Eufemio no gestionaba ni la mitad del jefe. El jefe era muy buena gente con todos. Por causa de Eufemio se fueron dos coroneles muy valientes con el gobierno. Porque aquí en Quilcaya Eufemio fajeó a Agustín Quiroz, quien se fue con el gobierno. Al hermano del jefe no lo quiso matar, porque era muy valiente Agustín Quiroz.

CD: Muy valiente Agustín Quiroz.

FM: Y ya después estaba fajeando a su padre de Sidronio Camacho, y le dijeron a Sidronio: "Ándele, te está fajeando a tu padre el general Eufemio." Y luego, luego lo encontró y allí lo quebró. Y se fue con los carrancistas porque tuvo miedo que Zapata lo quebrara. Y también era muy valiente este Sidronio Camacho. Mucho.

RR: ¿Y cómo era como general, Eufemio? ¿Era buen general?

FM: Como valiente, sí; pero como persona, no.

CD: No, no gestionaba nunca a la gente. Andaba él solo.

FM: Nomás andaba borracho.

CD: Y por eso cometía muchos desórdenes.

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Rosalind Rosoff y Anita Aguilar. Así firmaron el Plan de Ayala.
Septetentas No. 241, Secretaría de Educación Pública,
México, Primera edición 1976.