JESÚS H. SALGADO
18?? - 1919

 

Nació en Los Sauces, municipio de Teloloapan, Edo. de Guerrero. Fue ranchero acomodado; primero se dedicó al comercio de compraventa y transporte de mercancías en el pueblo de Balsas, lo que le permitió llevar una vida desahogada.

Simpatizador del movimiento maderista, se incorporó a la revolución a fines de marzo de 1911 en Apaxtla, Gro., en unión de Vidal Pineda, Leovigildo Alcaraz y Alfredo Domínguez.

Por sus grandes relaciones comerciales y los conocimientos que tenía de la región, pudo reunir y tener bajo sus órdenes, en menos de dos meses, a más de dos mil hombres, con los que participó en la toma de Iguala.

Al triunfar el movimiento maderista, el general Salgado fue llamado a la ciudad de México por don Francisco I. Madero, con quien tuvo conferencias relacionadas al licenciamiento de las tropas. Cuando regresó al Estado de Guerrero iba muy contrariado, pues se dio cuenta del decidido apoyo que Madero le había dado a don Ambrosio Figueroa. Esto hizo que Salgado se acercara más a Zapata.

Salgado, después del licenciamiento de sus tropas en Iguala y en Teloloapan, estuvo a la expectativa para ver la actitud que asumía Emiliano Zapata. Cuando éste, obligado por las circunstancias tuvo que desconocer al gobierno de Madero, el general Salgado se unió con gran entusiasmo a Zapata en defensa y apoyo de los postulados del Plan de Ayala.

En todos los combates que presentó a las tropas contra el gobierno maderista, el general Salgado salió triunfante.

Después del cuartelazo de Victoriano Huerta, el general Salgado redobló su actividad en contra de las tropas huertistas, siguiendo las instrucciones que le había dado Emiliano Zapata. Sus actividades las desarrolló desde Balsas hasta Tlapa y desde Copalillo a San Marcos. El general Salgado fue ascendido al grado de general de división.

Al romper el sitio y emprender la huida hacia Acapulco en la madrugada del 24 de marzo, fue muerto el general Poloney, y los generales Benítez y Cartón fueron hechos prisioneros junto con más de seiscientos soldados.

Dando cumplimiento a una sentencia del consejo sumario, el general Luis G. Cartón fue fusilado en Chilpancingo la mañana del 6 de abril de ese mismo año; el general Paciano Benítez, los mismo que la oficialidad fueron absueltos, por el mencionado consejo de guerra.

En Tixtla se instaló una Junta presidida por Zapata, y con arreglo al artículo 13 del Plan de Ayala, el 28 de marzo fue designado el general Jesús H. Salgado gobernador provisional de Guerrero. Este hombre, por su modestia, dijo que no aceptaba la denominación de gobernador, sino de director de un gobierno provisional.

El general Salgado firmó la ratificación del Plan de Ayala en San Pablo Oxcotepec el 19 de junio de 1914 y fue el que acuñó moneda por órdenes de Zapata en Atlixtac. La acuñación se hizo en monedas de plata con ley de oro de uno y dos pesos, conocidas como "pesos zapatistas", así como otras de menor denominación.

El metal lo obtuvo de la mina llamada Campo Morado, de la jurisdicción de Atlixtac. Esta disposición la dio Zapata para incrementar las transacciones comerciales así como combatir la carestía de la vida.

En las principales acciones que sostuvo contra las fuerzas huertistas, el hecho de armas más importante es la toma de Chilpancingo el 24 de marzo de 1914. Esta acción fue dirigida personalmente por Emiliano Zapata y marcó el inicio de la derrota del huertismo en el sur; esa plaza estaba guarnecida por más de dos mil hombres perfectamente equipados, tenían artillería, ametralladoras y suficiente dotación de parque para resistir un largo sitio. La plaza estaba defendida por el general Luis G. Cartón, quien tenía bajo sus órdenes a los generales Juan G. Poloney y Paciano Benítez.

El general Salgado combatió también contra los carrancistas hasta que, en el año de 1919, perdió la vida en la barranca de Los Encuerados, en Tecpan de Galeana y Petatlán, en la Sierra Madre del Sur.

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Fuente:

    Valentín López González. Los Compañeros de Zapata.
    Ediciones del Gobierno del Estado Libre y Soberano de Morelos.
    México, 1980, p. 240-242.

     


 

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