La importancia histórica que tiene el movimiento zapatista reside en la claridad de su programa social, proclamado en el Plan de Ayala el 28 de noviembre de 1911.
Al investigar los documentos de la época y los libros de historia posteriores, nos sorprendieron la pobreza de datos y las contradicciones que encontramos sobre la ideación y formulación del Plan. Muchos historiadores indicaron que el profesor Montaño concibió el Plan, dudando que Zapata tuviera que ver en su redacción. Pero los informantes nos aseguran que las ideas provenían del general mismo.
El testimonio personal de Francisco Mercado aclara estos puntos, ya que él estuvo al lado del general Zapata durante la elaboración del Plan.
Francisco Mercado: Nos fuimos para Morelos. Por allá anduvimos, pero allá no dejaban poner pie en postura, porque se había propuesto el gobernador en esa época que quería agarrar vivo a Zapata. Pero no pudo. Allá estaban los que les decíamos Los Colorados que nos daban cocolazos, dos, tres veces, hasta nos atacaban diario en el Estado de Morelos y pues ya no aguantábamos. Siempre los ratos que platicaba el profesor Montaño con el jefe Zapata, éste quería que hubiera un Plan porque nos tenían por puros bandidos y comevacas y asesinos y que no peleábamos por una bandera, y ya don Emiliano quiso que se hiciera este Plan de Ayala para que fuera nuestra bandera. "Pero no podemos aquí, compadre -le decía Montaño-. Cuatro o cinco veces nos atacan en el día." Zapata dijo: "Pues, nos iremos para otro Estado donde podamos.''
Ya les dije, ahí andaba también un tío mío, Manuel Vergara, quien dijo: "Por mi rumbo está un poco libre y que podemos jugarles, y se puede hacer allí el Plan, mi general." "Vamos a ver."
Bajamos al Salado, y del Salado a Jolalpa. Y llegamos a Jolalpa que allí quería el jefe que se hiciera el Plan, pero Manuel Vergara dijo: "No, jefe, aquí nos embotellan, y puede usted morir, y lo debemos de cuidar. ¡Nosotros qué, pero usted no! No hay otro Emiliano. Y nosotros nada le hace, pero usted que es el caudillo, no debe ser. Debemos de cuidarlo. En mi rancho está campo abierto, por dondequiera les jugamos." Y duro y duro y: "No, aquí nomás nos ponemos. Les doblamos las avanzadas." "No, jefe, se duermen o hay algún trastorno y nos acaban, y a usted principalmente. Allí lo salvamos." "Pues vamos a ver. ¿Está cerca?" "Sí, está cerca."
Ya nos venimos a Miquetzingo y ya allí la cuadrillita nos quedamos todos, que éramos unos cuarenta o cincuenta hombres los que dormíamos con el jefe. Y ya se fue tío Manuel Vergara, el padre de Luis Quiroz y Modesto y el profesor Montaño y Trinidad Ruiz, y el jefe. Hicieron barranca abajo. No sé hasta dónde llegaron, pero le gustó el lugar. Dice el jefe: "Aquí se quedan."
Tío Manuel Vergara ordenó a Jesús Quiroz que cuidara la caballada, los dos caballos de Montaño y el de Trinidad Ruiz. "A ver dónde los esconde, adónde les da de comer, y a ustedes que van a escribir. Nosotros nos vamos a andar."
Tío Manuel también mandó traer plumas, palillos y papel a Huehuetlán. Mandó al padre de Luis Quiroz a traer el papel, plumas y tinta, todo, porque no llevábamos nada.
Ya nos fuimos para El Platanar, para Pilcaya, Cohetzala y llegamos a Ayoxustla y anduvimos por allá y todas las tardes veníamos a Miquetzingo a ver lo que habían hecho. Y no le gustaba al jefe lo que habían escrito.
"No, compadre, le falta éste y le falta el otro." Nomás sacudía la cabeza Montaño.
Pues total, que llegamos y volvíamos todos los días. Desde el día doce de noviembre que llegamos a Miquetzingo, hasta el dieciocho le gustó al jefe. "Ahora sí, compadre. Ahora sí me gustó, está bueno. Entonces que se vayan seis, ocho a avisarles. Que se rieguen para que inviten a todos los compañeros para que el día 28 sea la firma en Ayoxustla." Ya le había gustado al jefe. Dice: "Ponemos avanzadas en Jolalpa, en Cohetzala y en Los Linderos y estamos libres." Y allí se firmó el Plan de Ayala, en Ayoxustla.
Rosalind Rosoff: ¿Por qué escogieron a Ayoxustla?
Cristóbal Domínguez: Porque está más propia para defenderse.
FM: Porque solamente tenía la entrada de Jolalpa, y la de aquí de Los Linderos, eran las únicas entradas que tenía Ayoxustla. Tapadas las dos entradas, pues ahí no nos hacían nada. Teníamos tiempo para correr y para defenderse.
RR: ¿Entonces llegaron todos los jefes?
FM: Sí, se juntaron como tres mil o cuatro mil hombres, pero nomás los jefes firmaron, clase de tropa no firmó, nomás de oficial para arriba.
CD: Nosotros llegamos a muy buena hora. Todavía oíamos cuando el señor Montaño agarró el documento y le dio lectura, y lo oyeron todos. Todos que estábamos ahí reunidos, que era tantísima gente.
Y ya dijo el general Zapata, dice: "¿Están conformes?" "Sí, señor." Decíamos que sí estábamos, Siempre que sí. Pero muchos dijeron: "Pero, hombre, pero si firmamos, nos van a matar." "Te tienen que matar si firmas o si no firmas." Era lo mismo.
Cuando acaba de leer el acta del Plan el general Montaño, entonces dijo Zapata: "Todos los jefes pasen a firmar. ¡Los que no tengan miedo!" Los que tenían miedo pues no fueron.
Todos después, uno con otro, nos dábamos valor. Estaba yo con el general Santiago Aguilar. "¡Ándale, hijo!" "Vamos."
Agustín Ortiz: Venimos de Ixcamilpa para acá. Venimos a esa reunión. Llegábamos ahí. Ya había pasado la ceremonia. Dijeron unos compañeros que ya habían llegado otros dos jefes. Y ya dijo el general: "¿Dónde están? Pasen." Nos abrieron así y ya nos preguntó el general si estábamos dispuestos a morir por la Patria. Pues dijimos que sí. Pues yo respondía: "¡Sí, hasta quemar el último cartucho!" "Bueno. Muy bien. Ahora, me hacen favor de firmar a esta reunión del Plan de Ayala, para que se verifique todo lo que estamos luchando. Cuando triunfemos, tienen que quedar algunos de los de esta reunión de la firma. Y éstos han de dar cuenta de que se cumpla lo que luchamos y lo que hicimos aquí. Total, ¿dispuestos para morir?" "Sí, señor." "Ya. Ahora."
FM: Don Agustín vino con otro compañero. Eso yo me di cuenta, como yo estaba ahí con el jefe, en el Estado Mayor. Llegaron ya como a las once o a las doce. Le decía Agustín a Pedro Balbuena: "Tú, firma''; y Pedro le decía a Agustín: "No, tú vete a firmar." Llegaron a decir: "Te meto tus balazos." "¿Y qué yo no tengo con qué?" Y yo nomás lo estaba licando.
AO: Yo le desconfiaba a él que no firmara, y él me desconfiaba a mí. "¡Ahora, ándale, hijo de tu chingada madre, si no firmas...!" "Firma", le dije. "Mira hijo de la chingada, si no firmas te meto...." "Y yo, que me paro." "Y yo también, ¿qué?" Y este Mercado estaba a un lado del general, mirándonos. Como era del Estado Mayor... Bueno, nos comprometimos así, con esas palabras.
FM: Firmaron los de siempre.
RR: ¿Cómo es que puso un solo apellido?
AO: Entonces no nos pusimos dos apellidos, nomás uno.
FM: Nomás uno. Hasta el jefe, nomás "Emiliano Zapata".
AO: Y sólo él, Pedro Balbuena Huertero, se puso "Pedro Balbuena Huertero".
FM: Pero es el único de todos, el que peleaba con don Agustín.
CD: Y después que firmamos, tenía la bandera don Eufemio Zapata. Dice Montaño: "Ahora, pasamos a jurar bandera." Ya pasamos a jurar bandera. Juramos bandera y una vez que pasamos todos: "Ahora, todos vamos a cantar el Himno Nacional." Todos cantamos el Himno Nacional. Tocaron dos violines y un bajo. Entonces hubo unos cohetes, de esos chiquitos que se tiran al suelo.
RR: ¿Había alguna discusión, algún jefe que no estuvo de acuerdo con el Plan, alguien que protestó?
FM: Pues no. Sí, hubo por dentro, porque varios jefes no firmaron. Estuvo ahí Fortino Flores con toda su gente. Tenía mucha gente, tenía como unos mil o dos mil hombres, pero regados, pero ningún oficial de él ni él firmó. Y varios de aquí; por ejemplo estuvieron Revocato Aguilar, Jesús Vergara, varios que no firmaron.
RR: ¿Por miedo o porque no estuvieron de acuerdo?
FM: ¿Quién sabe? Yo como andaba en el Estado Mayor con el jefe... Si tuvieron miedo, pues quedamos en la misma situación. ¿Qué cosa teníamos más firmando el Plan? La vida estaba de un hilo, pues andábamos en eso. No porque dijeran: "Este firmó, fusílenlo." Si nos tocaba..., teníamos que morir.
CD: Por lo regular, toda la gente, casi, del Estado de Morelos, ¿que cuántos hubo de por allá?
FM: No hubo.
CD: Grandes generales. Pero no se ve mal. Nosotros estábamos allí, cerca, nosotros firmamos. Nosotros somos del Estado de Puebla, y nosotros somos los que defendíamos legítimamente al general Zapata, nuestro general, porque cuando llegaba a su tierra, ¡cuántos ataques había el día que llegaban por allá!
Había mucha gente desconocida, distraída, pagada por la hacienda, que andaba con el interés de agarrar al jefe Zapata o matarlo. Y luego que sabían cualquier cosa, corrían a dar parte al gobierno: ''¡Ahí está el general Zapata en tal punto!" Ahí va el gobierno a la carrera y por ahí no podía estar el general Zapata. No podía estar mucho tiempo. Un momento estaba porque le interesaba y todo, pero siempre anduvo más por acá con nosotros. Y nosotros tuvimos la dicha de que los demás firmantes éramos de aquí, por este rumbo del Estado de Puebla, y otros, pues de Morelos. (1)
AO: De aquí firmó este Basilio Cortés y el otro Jesús Escamilla. Palma, el general, no firmó.
FM: No, ni Fortuno, ni Juan, ni Margarito Aguas, eran los mejores coroneles que tenían.
AO: Pero otro que vimos firmar es Clotilde Sosa, de por ahí de Progreso. Ese fue ingrato, que se nos volteó. Ese después fue enemigo de nosotros.
CD: Y después, cuando empezaron a voltearse, esos mismos que se voltearon, eran los que nos andaban persiguiendo, porque dicen: "Ahí está el campamento de fulano de tal. ¡Vámonos!'' Temprano ahí van. Ahí va el gobierno a corretearnos y mataron a algunos. En esa época mataron a muchos. En este pueblo de Axochiapan para acá, en Quebrantadero, ahí estaba el campamento, en esa barranca. Allí se metieron una noche, en la mañana temprano, y mataron a muchos. Allá hallaron a unos durmiendo y los avanzaron y los fusilaron.
FM: De Ayoxustla regresamos a Morelos otra vez, y allá en el rancho de la hacienda Chinameca cerca de Villa de Ayala, Zapata mandó traer un cura de San Vicente, cerca de Huautla, para que pasara el manifiesto en máquina de escribir, y ya se extendió en varias copias. Lo mandó traer, y le dijo a Marmolejo que si no quería venir, que le cargara la máquina y que lo trajera a pie, si se oponía. Y que si no, que viera cómo trajiera la máquina, y que le diesen un caballo para que le proporcionara la ida. Y no se opuso el señor cura, fue, y lo llevó a caballo, y le llevó la máquina, y allí hizo las copias.
RR: ¿Estas copias existen todavía?
AO: Pues, quién sabe si existen...
FM: Quién sabe. Eso ya no supimos. Ahora han aparecido muchas, pero yo creo que no son, porque si nomás ahí firmamos una...
RR: ¿Pero el Plan mismo, el original, fue hecho a mano por el profesor Montaño, o máquina?
FM: A pura mano. No sabemos el original dónde quedó. Creo que se le quedó a Montaño. Yo le entregué una a (Luis) Echeverría, pero no es la que firmamos.
RR: ¿Usted habló con el presidente Echeverría?
FM: Sí, yo le entregué la copia del Plan de Ayala, pero no era la que firmamos. Luego vi que no era la que firmamos, pero me dijeron que era copia. Yo le dije: "Señor licenciado, nosotros como sobrevivientes firmantes del Plan de Ayala le traemos lo que fue la bandera de nuestro caudillo, Emiliano Zapata, y cuando esté usted en la curul, no se olvide de los viejos veteranos."
RR: ¿Usted cree que el pueblo entendía su lucha de ustedes, y el Plan de Ayala?
CD: Muchos. Muchos, no. No entendían. Como la gente por aquí estaba muy atrasada... No tenía nada de estudio, de colegio. Estaba muy atrasada. Hasta después los que entendían eso, les explicaban. Ya vino la explicación a toda la gente y entonces sí ya empezaron a entender. Ya dijeron lo que la ley rezaba. Ya supieron lo que decía allí, porque era lo que peleábamos.
FM: Cuando se repartió la tierra en Ixcamilpa, allí fui yo en 1912. Pues allá estuvo la situación, que un tal Jesús Alcalde, que le decíamos por apodo El Coaxtli, estuvo duro y duro con el jefe. El dijo que no es justo que aquí en la hacienda los ricos están aprovechando la tierra, y todos los pobres están en la miseria. "Reparta usted, jefe." "Todavía no es tiempo", le decía el jefe.
Después repartió, pero en Morelos, cuando se nos hizo un poco con los huertistas; que siempre les llamaron la atención por el norte, nos dejaron un poco libres aquí a nosotros. Ya repartió allá, a la Villa de Ayala; todas las haciendas allí que les habían quitado en tiempos normales a la gente de los pueblitos las repartió el jefe. Cuando el general Lucio Blanco empezó a repartir tierras, ya el jefe había repartido muchas tierras.
RR: Fíjese. ¿Y quedó así, todavía está así? ¿Hay un ejido allí?
FM: Así es. Está así, nada más que todavía no tienen títulos. No sé el motivo porque han dejado dormir eso. Pues, que no han gestionado. Eso es. Que necesitan gestionarse.
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