Señor General Emiliano Zapata.
Donde se halle.
Muy señor mio:
El Señor Serratos me hizo entrega de la
favorecida de Ud. fechada el 14 del corriente, con la sinceridad que
me caracteriza, manifiesto á Ud en contestación, que
me someti al pacto celebrado entre los C.C. Generales Obregón
y Velazco haciendo entrega del material de guerra y demas elementos
de propiedad de la Nación, deseoso de que mi Patria tenga un
Gobierno verdaderamente Democrático, y que todos los Mexicanos
respetemos nuestras leyes, por que abrigo la alagüeña
ilución de que seremos un Pueblo feliz, el dia que tengamos
todos la conviccion de que normamos nuestra conducta á sus
prescripciónes y no al gusto de un hombre, y no podemos obtener
por otros medios el equilibrio necesario entre el deber y el derecho.
Siento haber recibido la carta de Ud. veinticuatro
horas despues de haber empeñado mi palabra de honor, consumé
el sacrificio de mi amor propio como Soldado Federal, pero me queda
la satisfacción de conservar mi patriotismo sin mengua alguna.
Yo no conozco el Plan de Ayala, pero á
personas que se dicen enteradas de esa idea, les he oido decir que
tiene algo que no está de acuerdo con el derecho, pero que
campean en el ideas socialistas hermosisimas; pero en el momento historico
que atravesamos, yo considero benéfico para nuestra Patria
la unión de todos los elementos, para que nadie entorpezca
la realización de unas elecciones que den á conocer
la voluntad de la Nación de que tengamos un Gobierno que haga
su felicidad; yo creo que en vez de sostener luchas armadas, debemos
darle á conocer al pueblo los dotes financieros, estadisticos,
patrioticos y desinteresados, de los conciudadanos nuestros, honrados
y capaces de hacer buen uso del Poder que les confiera la voluntad
popular; si todos los adalides que como Ud. han contribuido á
este periodo, del cual puede sacarse mucho bueno para el pais, terminan
la obra, dándole al Pueblo la instrucción suficiente
para ejercitar sus derechos conciente de su limite, nuestra patria
habrá dado un paso gigantesco y la satisfacción de Ud.
será superior á la que pueda producirle la destruccion
de sus enemigos.
Si desgraciadamente el coloso del norte sigue
con su idea de ser un tutor, que explote nuestra debilidad, unidos
estaremos en condiciones de arrojar una piedra á ese Goliat.
¿Estamos de acuerdo? . . . . preparemos la honda defenciva
empesando por unirnos todos los mexicanos, y por hacernos dignos de
concervar nuestra Nacionalidad; para ese fin es preciso que conservemos
las energía que estamos gastando en destruirnos.
Correspondo á la consideración
que se digna dispensarme, sin merecerla, dándole la seguridad
de mi gratitud y de mi sincera estimación.
Me repito su afectísimo atento y S.S.
Eduardo Ocaranza. [Rúbrica.]