IX. POR FIN SE CONOCEN
MADERO Y ZAPATA

Pregunta: ¿Cuándo se junta Madero con Zapata?

AA: Al entrar a México se vieron por primera vez, se saludaron afectuosamente y platicaron ampliamente. Entonces el señor Madero se ofreció para irnos a visitar a Cuernavaca, como en efecto lo hizo después. Entonces con Zapata a la cabeza, lo recibimos jubilosamente --antes de que nos licenciaran-, estábamos en junio de 1911; Francisco I. Madero, acompañado de su hermano Raúl y el ingeniero Robles Domínguez, presenciaron el desfile de todos los jefes con sus tropas y por la tarde nos presentó Zapata con ellos. El señor Madero había llegado a Cuernavaca por ferrocarril, por lo que nosotros estuvimos a esperarlo en la estación junto con el general Zapata y entre los que fuimos con él, estábamos Amador Salazar, Pancho Mendoza, Jesús Jaure, Almazán, Gildardo Magaña y otros más. Cuando bajó el señor Madero del tren, abrazó a Zapata y ya de ahí se vinieron por la avenida Porfirio Díaz montados a caballo. Cuando llegaron al zócalo, Madero quiso ver el desfile de las tropas, el que terminó entre las doce y la una del día; después nos acuartelamos y como a las cuatro o cinco de la tarde fue la presentación de que le hablé. Madero se portó muy amable con nosotros, nos recibió en una forma muy cordial y afectuosa; posteriormente se regresaron para México en el mismo tren.

Zapata se quedó en Cuernavaca, pero no tardaron en surgir las intrigas instigadas por los mismos políticos del gobierno que habían sido porfiristas. Mire usted, Madero cometió el error más grande al habernos echado para afuera o sea licenciarnos. Varios días después de la visita de Madero, envió a su hermano Raúl y al ingeniero Robles Domínguez con órdenes directas a Zapata, para que licenciara a sus tropas porque ya no eran necesarias, que nos iban a dar una recompensa, la que fue de veinticinco pesos a los soldados y a nosotros de cincuenta, ofreciéndonos un estímulo para después. Nos reunimos en el hotel Madrid, donde Raúl Madero y el ingeniero Robles Domínguez se encargaron de comunicarnos la orden de don Francisco. Zapata aceptó y empezó el licenciamiento. Jesús Morales que ya era un hombre viejo y Pancho Mendoza me hablaron a mí y a otros jefes y juntos fuimos a ver a Zapata para decirle que no queríamos que nos licenciara, pero como era una orden superior y por su falta de experiencia pues aceptó, con la excepción de que sólo los jefes íbamos a quedar armados, los que seríamos estimulados con algunas cosas, pero todo fue mentira. Aquí se iniciaron muchos chismes, empezaron a contarle a Zapata que Madero había dado órdenes para que lo mataran y por el estilo otras dificultades. Entonces el gobierno mandó al famoso coronel Victoriano Huerta para que nos aplacara.

Pregunta Es decir, ¿Zapata licenció realmente a su ejército?

AA: ¡Claro!, quedamos "poquititos" con seis u ocho gentes armadas; se llevaron dos o tres carros de ferrocarril llenos de armas, parque y todo, si nos dejaron a nosotros armados era por el acuerdo que hubo allí, pero si Zapata no acepta se forma una pelotera prontita ¡pero no! Victoriano Huerta llegó a Cuautla para poner en paz al Estado, pero venía, según se lo contaron a Zapata, con el propósito de asesinarlo y lógicamente Zapata empezó a tenerle desconfianza. Luego Madero comete otro gravísimo error, de que como se licenciaron todas las tropas quedando un buen grupo de rurales ahí, mientras los que quedamos armados éramos unos cuantos y Zapata sólo con una escoltita. Victoriano Huerta no tuvo ningún contacto con Zapata, pero según lo que nos iban a contar, es que había ido para hacer prisionero a Zapata. Eso motivó que Emiliano se retirara para Anenecuilco. Esto motivó nuevas conferencias entre Madero y Emiliano Zapata, pidiéndole éste indignado que le ordenara al coronel Huerta que se retirara. Yo no sé por qué, pero Madero le tuvo confianza al viejo ejército federal, mientras que nosotros estábamos todos disgregados. Así las cosas, Zapata empezó a defenderse con la escolta que traía y a insistirle a Madero que retirara a los "federales", pero por el contrario, ordenó que siguieran; porque para mí, todo era maniobra de los "federales" para eliminar a todo el maderismo. Para acabarla de amolar, Madero ordena que el general Ambrosio Figueroa se viniera a Cuernavaca como gobernador y comandante militar. ¡Figúrese usted nomás cuánta cizaña había en todo esto! Pero Ambrosio no quería dificultades con Zapata. Estando nosotros en Cuernavaca vino una comisión de Figueroa a ver a Emiliano para unirse y colaborar juntos, para defenderse de las intrigas del gobierno federal, porque Madero también quiso licenciar a las tropas de Figueroa pero éste no aceptó. Bueno, ante esa situación mandó a un muchacho de Huitzuco que se llamaba Santana Figueroa, vino sólo a vernos y ya nos vio a mi compadre Margarito y a mí, que nos conocía y fuimos a ver a Zapata en Cuernavaca, diciéndole que le solicitaban que tuvieran una entrevista en Puente de Ixtla, Morelos, pero Zapata no aceptó. Entonces dijo que sí, que estaba de acuerdo en que colaboraran juntos, pero no aceptó entrevistarse porque pensaba que probablemente Figueroa lo agarraría para fusilarlo, como lo había hecho el general Federico Morales de la gente de Figueroa con don Gabriel Tepepa y su hijo. Entonces comisionó al coronel Martínez y a su servidor y fuimos a ver a Ambrosio en Puente de Ixtla. En la Presidencia Municipal tuvimos la entrevista; ya le dijo mi compadre Margarito Martínez a Ambrosio que por circunstancias especiales no había podido acudir Emiliano Zapata, pero que nos había comisionado para decirle que estaba de acuerdo con todo; total que Figueroa mandó saludos a Zapata, ratificándole que eran amigos y todo eso. Figueroa se regresó para Guerrero como con doscientos hombres, pero la cizaña entre el gobierno, los pueblos y los políticos no cesó y siguió afirmándose que Zapata cometía errores, crímenes y que los pueblos estaban contra de él; todo eran intrigas de los españoles y de sus enemigos. Entonces ordenó Madero que viniera Figueroa y así fue como llegó a Cuernavaca como comandante militar y gobernador del Estado. Eso disgustó mucho a Zapata, por lo que nuevamente empieza a movilizar su gente para levantarse en armas.

Figueroa llegó a Cuernavaca en junio de 1911, organiza a los rurales y empieza a perseguir al zapatismo, entre ellos yo. A mí me mandaron con una comisión a México. Mientras tanto resulta que Zapata se viene de Villa de Ayala a Anenecuilco, a una charreada pues le gustaban mucho, se pasa a la hacienda de Rancho Nuevo y estando en los toros le caen los de Figueroa escapándose milagrosamente a caballo, se metió entre las cañas y se les "peló"; así fue el primer ataque que le dieron, con el que se inicia su persecución achacándole que provocaba desorden y crímenes. ¡Mentira!, no había nada de eso, sólo el odio y el distanciamiento existente entre Zapata y Ambrosio Figueroa Ya después me uní a Zapata y nos venimos a Cuautla, donde Emiliano empezó a organizar sus tropas; ahora era la cosa de maderistas contra maderistas.

 

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TESTIMONIOS DEL PROCESO
REVOLUCIONARIO
DE MÉXICO.
Por Píndaro Urióstegui Miranda.
Instituto Nacional de Estudios Históricos
de la Revolución Mexicana. México, 1987,
Entrevista al Gral. Amador Acevedo, pp. 137-187.