Llega Madero a México el 13 de agosto y logra comunicarse telefónicamente
con Zapata, que anda de fierro malo, ¡recién casado!, en Cuautla,
en su Cuautla. Esta vez los discursos no le dan resultado.
-- Así no podemos ponernos de acuerdo, señor; lo mejor
será que le mande por escrito mis condiciones.
-- ¿Condiciones? --Madero está furioso y alarmado--. ¿Cómo
ponerle condiciones a la revolución?
-- Yo no le pongo condiciones a la revolución, ¡se las
pongo a un gobierno que no es revolucionario!
Cuando don Pancho oye que el aparato es colgado estrepitosamente en
Cuautla, siente zumba la cabeza y corredero el corazón. Una rabia
que en los ilusos es terrible cuando explota le van ganando, le va ganando
el caso siempre dulce corazón. Y cuando llegan las condiciones
no se siente mejor.