Señor Teniente Coronel Gildardo Magaña.
México, D.F.
Estimado amigo:
Tengo el gusto de enviarle, adjunto a la presente, el Plan de la Villa
de Ayala que nos servirá de bandera en la lucha contra el nuevo
dictador Madero. Por lo tanto, suspenda usted ya toda gestión con
el maderismo y procure que se imprima dicho importante documento y darlo
a conocer a todo el mundo.
Por su lectura verá usted que mis hombres y yo, estamos dispuestos
a continuar la obra que Madero castró en Ciudad Juárez y
que no transaremos con nada ni con nadie, sino hasta ver consolidada la
obra de la revolución que es nuestro más ferviente anhelo.
Nada nos importa que la prensa mercenaria nos llame bandidos y nos colme
de oprobios; igual pasó con Madero cuando se le creyó revolucionario;
pero apenas se puso al lado de los poderosos y al servicio de sus intereses,
han dejado de llamarle bandido para elogiarlo.
Fuimos prudentes hasta lo increíble. Se nos pidió primero
que licenciáramos nuestras tropas y así lo hicimos. Después
dizque de triunfante la revolución, el hipócrita de De la
Barra, manejado por los hacendados caciques de este Estado, mandó
al asesino Blanquet y al falso Huerta, con el pretexto de mantener el orden
en el Estado, cometiendo actos que la misma opinión pública
reprobó protestando en la ciudad de México, por medio de
una imponente manifestación que llegó hasta la mansión
del Presidente más maquiavélico que ha tenido la Nación;
y al mismo Madero le consta la traición que se pretendió
hacernos estando él en Cuautla y cuando ya se había principiado
el licenciamiento de las fuerzas que aún nos quedaban armadas, acto
que tuvimos que suspender precisamente por la conducta de Huerta al intentar
atraparnos como se atrapa a un ratón.
Después en Chinameca, el día 1o. de septiembre último,
se me tendió torpe celada por los "colorados" de Federico
Morales con éste a la cabeza, de acuerdo con el administrador, y
para colmo de todas las infamias se impuso como Gobernador de este sufrido
Estado al tránsfuga Ambrosio Figueroa, irreconciliable enemigo de
este pueblo y uno de los primeros traidores que tuvo la revolución,
y, por último, en la Villa, mientras estábamos en conferencias
de paz con Robles Domínguez enviado por Madero, se hace de nuevo
intento de coparme.
Si no hay honradez, ni sinceridad, ni el firme propósito de cumplir
con las promesas de la revolución, si teniendo aun algunos hombres
armados que a nadie perjudicaban se pretendió asesinarme, tratando
de acabar por este medio con el grupo que ha tenido la osadía de
pedir que se devuelvan las tierras que les han sido usurpadas, si las cárceles
de la República están atestadas de revolucionarios dignos
y viriles porque han tenido el gesto de hombres de protestar por la claudicación
de Madero, ¿cómo voy a tener fe en sus promesas?
¿Cómo voy a a ser tan cándido para entregarme a
que se me sacrifique para satisfacción de los enemigos de la Revolución?
¿No hablan elocuentemente Abraham Martínez, preso por orden
de De la Barra y con aprobación de Madero, por el delito de haber
capturado a unos porfiristas que pretendían atentar contra la vida
del entonces Jefe de la Revolución? ¿Y Cándido Navarro
y tantos otros que injustamente están recluidos como unos criminales
en las mazmorras metropolitanas? ¿A esto se le llama revolución
triunfante?
Yo, como no soy político, no entiendo de esos triunfos a medias;
de esos triunfos en que los derrotados son los que ganan; de esos triunfos
en que, como en mi caso, se me ofrece, se me exige, dizque después
de triunfante la revolución, salga no sólo de mi Estado,
sino también de mi Patria.... Yo estoy resuelto a luchar contra
todo y contra todos sin más baluarte que la confianza, el cariño
y el apoyo de mi pueblo.
Así hágalo saber a todos; y a don Gustavo dígale,
en contestación a lo que de mí opinó, que a Emiliano
Zapata no se le compra con oro. A los compañeros que están
presos, víctimas de la ingratitud de Madero, dígales que
no tengan cuidado, que todavía aquí hay hombres que tienen
vergüenza y que no pierdo la esperanza de ir a ponerlos en libertad.
Mucho le recomiendo lo de Abraham Martínez y la rápida
salida de Gonzalo al Norte. Tan luego como ambas cosas se arreglen, le
estimaré se dé una vuelta por acá por tener asunto
que tratar con usted.
Espero sus prontas nuevas y me repito su Afmo, amigo que lo aprecia.
Emiliano Zapata